Transitar el Pantanal a pie no es fácil, menos aún en época de lluvias. Hay que ser baqueano, tener un muy buen sentido de orientación, o bien valerse de algún dispositivo de localización, para no encontrarse perdido en el extenso palmar. Al internarme en él alejándome de los senderos, más de una vez di vueltas en círculos hasta lograr ubicarme para retornar al punto de partida. Con la abundante avifauna existente y las hormigas en labor permanente, las miguitas de pan de Hansel y Gretel poco durarían en el suelo.


Desde el agua todo cambia. El río se vuelve una avenida por la cual circular libremente (cuando las trancas de camalotes así lo permiten) aumentando la posibilidad de algunos avistamientos que desde tierra resultan más difíciles o de menor duración. Éste es el caso de las nutrias que conté anteriormente. Aunque vi pasar a toda la familia desde la orilla y salir de una de sus cuevas, en el agua compartí largos momentos con esta especie, experimentando intensas sensaciones de vida salvaje.

La perspectiva desde un lancha ya es maravillosa, pero es el silencio del kayak lo que permite llegar cerca de animales, muchas veces esquivos a la presencia humana, y eso es lo que me gusta.

El Angú es un bicho muy interesante. Sus vocalizaciones son variadas e incluso tiene un baile propio que realiza estirando y retrayendo el cuello, mientras canta, al mismo tiempo que balancea su cola de un lado a otro. Esto suele suceder a dúo, en parejas que forman de por vida. Es una especie única en su género y aún no hay un acuerdo general sobre a que familia pertenece, ni cuales son sus parientes más cercanos. Es habitante de los esteros tropicales y subtropicales de buena parte de Sudamérica y es posible observarlos prendidos con sus patas en pastos altos o perchando en ramas cercanas a los cuerpos de agua.Remando despacito volví a quedar junto a estas simpáticas aves, como tiempo atrás había ocurrido en el Iberá, donde también son conocidas como Calandrias del Estero. Así como con el Angú, me encontré con otros viejos amigos de humedal que tenía muchas ganas de ver otra vez. Por ejemplo la Lavandera de Cabeza Blanca, que también es única en su género pero pertenece a la numerosa familia de los tiránidos. En las proximidades de Fortín Galpón, donde el río Verde desagua en el Negro, voló antes de que pudiera dispararle desde la lancha, teniendo como resultado la siguiente imagen. No era lo que quería pero me dejó satisfecho porque me parece que permite apreciar las dimensiones del ave y su entorno.
Algunos días después me dio mejores chances en Puerto Busch, sobre un pequeño afluente del río Paraguay.

Otra tarde, una hembra decidió posarse durante varios minutos permitiéndome enfocarla desde el kayak en el río Negro, cerca del mirador de la Estación Los Tres Gigantes.


La siguiente ave, cazadora de mosquitos perteneciente a la misma familia que la anterior, se presta para confusiones con su nombre vernáculo. La Lavandera Blanca o Viudita de dorso negro, se trata de otro bichito, que actúa de manera similar en la vegetación de las márgenes del río, pero que también es posible encontrar parada sobre tierra.


Brillante y atractivo, el Federal llama la atención por el contraste de sus intensos colores, visibles entre los pastos al borde del agua. Se trata de otro monotípico pero comprendido en la familia de los ictéridos que incluye a los boyeros, caciques y tordos americanos. Es un habitante de diversos humedales de la región central de Sudamérica, y el Pantanal no es la excepción. Siempre me resulta un motivo de felicidad encontrarme con él.

Aunque el Federal es común a orillas de los ríos Negro y Paraguay, es otro miembro de Icteridae el que no falta nunca entre las observaciones de una salida canoera. Me refiero al Varillero Negro, que lleva ese nombre por el tono retinto del macho, aunque la hembra presenta el dorso estriado y el vientre amarillo con algunas rayas oscuras.


Con el río lleno, en época de creciente, como me tocó en las dos estadías, las garzas y cigüeñas son menos abundantes que durante la seca, cuando la oferta de peces es más accesible porque los cardúmenes quedan atrapados en aguas someras. De todas formas algunas especies siempre están presentes.







A todas las anteriores ya había tenido oportunidad de capturarlas con la cámara, por eso en mi lista de deseos estaban subrayadas la Garza Cucharona y la Garza Real. De ellas lo único que tengo son las ganas intactas de encontrarlas, pero foto ninguna. Un tiempo después de que dejé el Pantanal, mi amiga Lourdes, guardareserva de Los Tres Gigantes, me envió la siguiente toma espectacular de uno de mis objetivos pendientes, un registro reconfortante, principalmente porque me alegra mucho que los equipos de trabajo que viven en las reservas sientan tanta pasión por cada integrante de los ecosistemas que protegen. Ellas y ellos son la primera línea de la conservación y a los efectos de la misma, a veces son la única.

El Jabirú es la mayor de la cigüeñas de América. Puede superar 1,40 metros de altura y su envergadura de 3 metros la ubica en el segundo lugar del continente, sólo por detrás del Cóndor Andino. Se la conoce por diversos nombres comunes que varían según la localidad y las diferentes influencias de las lenguas indígenas. En Uruguay la llamamos simplemente Juan Grande. Aunque las he visto muchas veces, no dejo pasar la oportunidad de detenerme a observarlas y si puedo fotografiarlas.


Ni garza, ni cigüeña, ni gallineta, pero relacionado con las grullas, el Carao es el único sobreviviente de los dos integrantes conocidos del género Aramus. Se trata de un comedor de caracoles de agua dulce, o ligeramente salobre, que es común en todas las zonas pantanosas al este de la Cordillera de los Andes. Su vocalización asociada al llanto y su plumaje oscuro forman parte del argumento de su leyenda, muy conocida en Paraguay.

Aunque el anterior es muy exitoso, cuando pienso en un ave que se alimenta de caracoles, la primera que me viene a la cabeza es este gavilán ⇓⇓⇓

Su vocalización inconfundible me recuerda a la risa de mi amigo Márcio Rafael.
Desde el agua también avisté a otras rapaces. Algunas pescadoras, como el Aguilucho Pampa o Gavilán del Estero, tan manso que me permitió acercarme y situarme con el kayak a su lado.



Mucho más arisco, al punto de que voló siempre que me vio y sólo pude captarlo desde tierra, para lo que tuve que esconderme, es el Aguilucho Negro, que algunas veces encontré cerca del muelle flotante de la Estación.

Ya la había visto desde la cubierta del Aquidabán, e incluso volando con un pez en las garras en la propia planta urbana de Asunción, pero en el Pantanal y desde el agua quedé deslumbrado con las habilidades de pesca de la siguiente águila, que anida en el norte de América y migra en cada primavera austral, para alimentarse en el hemisferio sur.

Si hay un ave fácil de observar en el río, diría que es el Biguá. Estos cormoranes anidan en colonias sobre los árboles de la orilla. Sus dormideros son evidenciados por las heces que pintan de blanco las hojas más bajas de las plantas en las que perchan. Dominan el vuelo así como el buceo, mediante el cual capturan peces, aunque también comen ranas e insectos. Algunas veces resulta posible acercárseles mucho mientras flotan en la superficie o están posados en una rama, pero cuando se asustan rápidamente se lanzan o carretean sobre el agua ruidosamente.

Verlos emerger con un pez en el pico puede ser divertido. Principalmente cuando éste es grande y les toma trabajo acomodarlo de forma tal en la que puedan tragarlo entero.

Como carecen de glándula de acicalamiento, no tienen manera de impermeabilizar su pluma, por eso para secarlas simplemente se exponen al sol con las alas abiertas.
Su pariente más cercano con el que comparte territorio en el Pantanal es la Aninga, llamada también Mbigua mbói o Biguá vívora, porque cuando nada sólo mantiene fuera del agua su largo cuello que se asemeja a un ofidio. Sacarle una foto me costó mucho más que a su primo, por ser un bicho bastante nervioso al que no le gustaba nada mi presencia.

Una tardecita, cuando el sol ya se ocultaba, vi a una hembra parada en una rama alta de un Ingá al borde del río. Me costaba enfocarla porque soplaba viento y el casi siempre tranquilo río Negro me arrastraba aguas abajo. Entonces remé unos cuantos metros contracorriente y posicioné el kayak de manera perpendicular al movimiento del agua, dejándolo derivar mientras que, con el ojo en la mirilla, esperaba a que la Aninga entrara en el cuadro.
Hay cuatro especies de Martín Pescador presentes en el Pantanal paraguayo y salvo al Javatî Michiete o Martín Pescador Enano, es normal verlos a todos en una sola salida. De aquel diminuto les debo la foto. Quizás debí haberme metido un poco más por los riachos de poca profundidad, donde los guardaparques me contaron que lo vieron. De los tres más comunes son las siguientes imágenes ⇓⇓⇓



Casi un año después me encontraría con la quinta especie que habita territorio paraguayo, pero fuera del Pantanal. El Martín Pescador Rojizo me sorprendería en el arroyo Jejui mi, dentro de la Reserva del Bosque Mbaracayú, pero esa es otra historia.
Temidos, más por su aspecto que por su peligrosidad real, los yacarés son protagonistas del río y, si uno no hace movimientos bruscos ni mucho ruido, puede llegar muy cerca de individuos de muy variado porte. Desde algunos pequeños que flotan tranquilos en la orilla de Los Tres Gigantes, hasta enormes abuelos que superan los dos metros.


Durante mi primer estadía, me sucedió que, mientras flotaba sobre el kayak cámara en mano, un yacaré de similares dimensiones al de la foto anterior se sumergió junto a mí y pasó debajo de la embarcación tan cerca de la superficie que me fue posible ver al detalle las placas de su lomo, siendo que las aguas del río Negro hacen honor a su nombre. La sensación que tuve aquella vez fue algo similar al vértigo. Con el pasar de los días y los encuentros permanentes, me fui acostumbrando a la presencia de estos reptiles antiguos y hermosos, al punto de que terminé nadando en sus aguas.

El yacaré no representa un riesgo en la medida de que nadie lo ponga en condición de autodefensa, y de que su hambre no sea extrema, porque se alimenta de peces, caracoles, crustáceos y eventualmente de aves y pequeños mamíferos. Si en las aguas del pantanal se vertiera mucha sangre y las pirañas acudieran en numerosos grupos, seguramente los yacarés se acercarían a participar de la fiesta, pero quizás más interesados en capturar a estos peces, de los que son controladores biológicos. De hecho, la abundancia de pirañas fue mucho mayor durante el tiempo en que no se controló absolutamente la caza de yacarés. Sobre esta actividad, que tuvo y aún tiene como destino principal a la industria del cuero a pesar de que su explotación esté prohibida, excepto como autoconsumo para las poblaciones indígenas que tienen derechos otorgados, conversé con algunos ex-cazadores y también con personas que los capturan por la apreciada carne blanca de la cola. La conclusión que arrojan las charlas que mantuve es que la disminución de las poblaciones silvestres ocurren cuando alguna parte del cuerpo del animal tiene valor de mercado o cuando su hábitat se ve transformado en función de la producción de otro bien pasible de ser cotizado. Con ésto quiero decir que, por ejemplo el pueblo Yshir cazó yacarés por siglos sin llevarlos a alguna categoría de riesgo de extinción, ni a hacerlos desaparecer localmente, como sí sucede con varias especies desde que la industria y el llamado desarrollo productivo irrumpieron de alguna manera en sus espacios vitales.
De los únicos bichos que me llevé algunas mordidas, que no pasaron de pellizcones fuertes, fueron justamente las pirañas, que se vuelven mucho más peligrosas al reducirse el volumen de agua en la temporada seca. Sin embargo, cuando el hambre aprieta, hay que ver quién se come a quién.

Otro animal mítico y de injustificada mala fama es la Anaconda. En el Pantanal paraguayo habita la Amarilla o Mbói Kuriju. Aunque la busqué cuanto pude, remando entre los camalotes flotantes donde existía la posibilidad de verla tomando sol, aún no tengo fotos de ningún individuo en estado silvestre, por lo que nuevamente recurro a imágenes captadas por Lourdes. La siguientes las tomó en Puerto Bahía Negra.

La mala prensa de estos reptiles, así como la del yacaré, ha sido fomentada por películas donde presentan a estos animales, fundamentales en la cadena trófica de sus hábitats, como monstruos antropófagos que actúan con deliberada maldad y de los que hay que temer. Sin embargo, basta con detenerse a pensar en cuantos de ellos dejan de existir por acción humana y cuantas personas han muerto por sus ataques, para redefinir quién, en todo caso, es un monstruo.
Al finalizar mi primera estadía en el Pantanal, viajé de vuelta a Vallemí en el Aquidabán, donde esperaba mi moto, y desde allí a Concepción montado en ella. Luego de descansar un par de días, volví a la ruta con dirección a Pedro Juan Caballero. Estaba muy ansioso por mostrarles a mi familia y amigos algo de mis aventuras remando en el gran humedal y por eso, en una posadita de la ruta, armé un video sin edición alguna en cuanto a color, sonido, etc. para enviarles. En aquel primer viaje no contaba más que con mi vieja cámara bridge, una guerrera todo-terreno, por lo que las tomas no están estabilizadas y son muy básicas. Aún así, contienen toda la emoción de los encuentros con seres increíbles durante experiencias que quedaron imborrables en mi memoria.

Gracias a Asterio Ferreira, Alexis Arias, Lourdes Matozo y Gustavo Torres, guardareservas que me soportaron y ayudaron permanentemente con todo lo que necesité durante 100 días.
Maravillosas experiencias únicas, narradas de una manera que me hacen sentir que estoy viviendo junto a tí.
Gracias por compartirlas
Gracias a ti por leer siempre! En cualquier momento hacemos otra gira mágica.
Guillermo,me encanta poder disfrutar de tan hermoso relato ,tu experiencia es incalculable.
Agradezco poder participar tantas emociones y me muero de miedo por solo imaginar estar ahí .
Es un gran placer para mí recibir tan lindas aventuras
Cariños Mirta
Hola Mirta! Muchas gracias por tus conceptos y por ser lectora frecuente. Abrazo grande
Wow, thanks for this incredibly grandiose contribution and your artful photographs. It is nice that you share your experiences with us and the wonder of nature with everyone. The boat trips I imagine exciting and beautiful.
Hola Josefine! Thanx for your kind comment and for taking the time to read this blog always. Beso!
Excelente la narración de tus experiencias, y las imágenes increíbles!! Gracias por mostrarnos el chaco maravilloso a quienes no lo conocemos! Saludos.
Muchas gracias por los conceptos. Me alegra que le guste. Bienvenido 👍
No frecuento mucho la página pero cada vez que puedo me pongo al día con el viaje que compartis con todos y tu experiencia que tan bien las relatas que pareciera que se puede olfatear los aromas donde estas gracias por compartirlo un abrazo
Me alegra que te guste 👍👍👍
Maravillosos viajes Guille!! buenos paseos imaginandome ahí, volando entre tantas aves también jaja, siempre con ganas de darte un abrazo, Viva la naturaleza! Te quiero amigo!!
Gracias Leo, me alegra que te haya gustado. Te mando un abrazo que llegue hasta Punta Indio.
Lamentablemente éstos son días tristes para el Pantanal. La reserva fue afectada por incendios de gran magnitud. El futuro de la biodiversidad sigue en manos de ignorantes y mentirosos crónicos que concentran demasiado poder.
Hola, leerte me lleva a lugares que conozco, a lugares que me quedan por conocer y a una manera de mirar esos sitios en la que me identifico. Espero que sigas viajando y conociendo todos esos rincones que nos reconcilian con la naturaleza.
Un saludo
Muchas gracias! Me alegran tus palabras. Abrazo!
Excepcional reportaje, uno de los que más me gustaron de tu página. Las fotos todas maravillosas, da gusto mirarlas una y otra vez. Hace unos meses no entraba al sitio, estaré leyendo más estos días.
Saludos
Me alegra que te guste Hernán! Valoro mucho tu comentario. Pronto me pongo al día con las próximas publicaciones.