Bañados y costa de Rocha

Habiendo salido de Cebollatí por la ruta 15, tomé la 19 rumbo al Chuy.   Bajo lluvia crucé el puente sobre el río San Luis, que lleva el nombre de «Pindingo», un antiguo balsero de San Luis al Medio que se desempeñaba en su oficio en una época en la que aún abundaban los venados y subsistían yaguares en la zona.

puente-pindingoViniendo desde Lascano, en la misma época del año, pero de 2001, con condiciones climáticas similares, pasamos la noche debajo de ese mismo puente. Aquel era un viaje diferente, mucho más intenso y con todo el tiempo del mundo. El objetivo estaba Brasil adentro y nos movíamos en bicicleta.  Común a las dos aventuras, es lo maravillado que iba, atravesando el palmar.  Según leí y me explicaron, lo que se puede observar hoy, es un remanente de lo que fue antes de la introducción del ganado y la modificación de los cursos de agua.  Aun así pude avistar mamíferos y aves con bastante facilidad y sorpresa, a pesar de estar en pleno invierno y con un clima complicado.

El cielo se venía abajo y las bandadas de cuervillos crecían en número. Por momentos sentía que viajamos juntos en busca de refugio. Un hurón subió al asfalto y corrió unos cuantos metros paralelo a la moto. Me resulta muy graciosa la manera de andar de ese mustélido de patas tan cortitas. Pensé en los zorros, zorrillos, comadrejas y hasta un par de mano-peladas que había visto muertos en la ruta, atropellados, durante la última semana y tuve ganas de desearle suerte. Vi nutrias trepar al terraplén y zambullirse nuevamente, cisnes coscoroba carretear sobre el agua y levantarse en vuelo. Todo sucedía ambientado en un concierto de vocalizaciones que se mezclaban unas con las otras, a medida que la oscuridad iba tomando el cielo.  Para mí, éste es el sentido del viaje. Uno que altera la conciencia bajo los estímulos del mundo exterior. El que permite sentir de formas nuevas. Sé que para esos animales y quizás también para las plantas, soy un extraño y que no se fían de mí, de mi condición de humano. Pero por algunos instantes sentí la unidad; que somos manifestaciones diferentes de la misma vida.  Y en ese estado emocional llegué al Chuy, dónde tuve que ponerme en modo urbano y desactivar la magia momentáneamente.

Pasé la noche del lado brasilero, para dormir en una cama amiga del presupuesto, y en lo posible, practicar un poco de portugués. Pero, como los viajeros se encuentran en el camino, tuve la oportunidad de compartir varias horas con un muchacho croata, desesperado por hablar con alguien, ya que llevaba una semana viajando por Brasil y se dirigía a Montevideo, sin entender ningún idioma de raíz latina. Mi inglés no es una cosa bárbara, pero fue suficiente para que nos comunicáramos e intercambiáramos sobre varios temas. El pico sensible fue su relato sobre la guerra de los Balcanes de la década del 90, de como la había vivido siendo un adolescente del interior y de la migración de su familia a Alemania.  En un momento me sentí un poco culpable porque lo vi lagrimear mientras hablaba de un tema que yo había disparado. Después entendí que ambos experimentamos gran complicidad y por eso, la charla se tornó más profunda.  De mañana, mientras volvía a ensillar mis bolsos en la moto, pensé: Soy muy afortunado, en mi vida he confraternizado con la gente de todo pelo y señal que he encontrado.

(Adiós Brasil, por ahora.  Vine hasta el extremo sur, sólo a saludar. Pero en cualquier rato me vuelvo a internar en tus profundidades).  Arranqué por la ruta 9 hasta llegar a la 14, donde un cartel con una flecha indica: Mirador de Aves.  Allí comienza la circunvalación a la Laguna Negra que se conoce como Camino del Indio, y está compuesta por un tramo de la 14 y otro de la ruta 16, a la que se puede acceder desde Castillos, si se hace el recorrido inverso.  Luego de hacer 16km llegué a un antiguo puente que fue construido sobre el arroyo Los Indios. Este arroyo fluía hacia el San Miguel, que desagua en la Laguna Merín y era el principal drenaje natural de la Laguna Negra, la única de las lagunas costeras que no drenaba hacía el Atlántico en el curso natural de sus aguas. Hoy, Los Indios, es un cauce ciego y la Laguna Negra drena hacia el océano por el canal Andreoni, ampliado durante la última dictadura. (otra demostración de que, casi siempre, inteligencia militar, es un oxímoron).

Lo que se prometía como un sitio para observar aves, no era mentira y abundaron especies durante todo el trayecto. Cerca del puente hay un cartel con dibujos de algunos mamíferos que habitan la zona y advierte de la prohibición de cazarlos. Es triste que haya que ponerlo y, más aún, que el mensaje no sea suficiente. ¡Disparen con cámaras y cacen imágenes, sonidos y recuerdos!!

No sé si algún día las modificaciones hechas en los bañados serán revertidas, ni tengo elementos para saber si eso realmente es posible. Lo que sí sé, es que, por el momento, podemos disfrutar de varios monumentos a la arrogancia humana, a veces llamada desarrollo productivo.

canal andreoni
Desembocadura del canal Andreoni en la playa de La Coronilla 12/2014. (foto: Fran)

Quizás porque no puedo estar en dos sitios al mismo tiempo, casi nunca logro ir a todos los que me interesan en cada viaje. Esta vez me quedé con ganas de visitar Potrerillo, pero ya voy a tener oportunidad. También me hubiera gustado repetir la caminata al Cerro Verde, para verlo como es en invierno.

desde el cerro verde dic2014
Desde el Cerro Verde, diciembre 2014. (Foto: Fran)

Aunque pensaba estar de vuelta en casa ese día, ya era tarde y había decidido, esta vez, no viajar de noche. Es más peligroso, en invierno hace mucho frío, no quiero encandilar bichos en la ruta y me pierdo de observar el paisaje.  Entonces pasé por Santa Teresa y luego me fui dormir a Valizas. Fue una buena idea porque al otro día amaneció soleado y pasé la mañana en la playa.

Tengo un amigo que nació en Santa Catarina y se crió sobre el Atlántico. Viajó por varios estados del litoral brasilero, así como por otros países con costa sobre el mar. Calculo que algo de playas debe saber. En una de la oportunidades en que nos encontramos, me reiteró varias veces lo hermosas y diferentes que le parecieron en Rocha.  No es para menos. Dan sensación de inmensidad, son poco urbanizadas y están llenas de vida que en la Barra de Valizas se puede observar en varias manifestaciones.  Soy un tipo de tierra firme y sé muy poco sobre los mares por experiencia propia. En los últimos años me he bañado mas en el Santa Lucía, que en cualquier otro cuerpo de agua. Pero esta visita me incentiva a intentar conocer más sobre el océano y los seres que lo habitan.

arroyo valizas diciembre 2014
Puerto sobre el arroyo Valizas

Salí por la ruta 10 y cruce el puente sobre el arroyo Valizas. Su cauce une la Laguna de Castillos con el océano. Remontándolo desde el puertito se accede al monte de ombúes, que bordea la laguna. Allí también conviven coronillas que brotaron hace varios siglos. Se trata de una importante reserva de fauna, donde resulta fácil el avistamiento. Cuando estuve allí, era verano y me llamaron mucho la atención la variedad y cantidad de mariposas que se pueden observar. Los lepidópteros son insectos muy especializados y cada especie coevolucionó con un genero vegetal específico. Su diversidad habla del estado de conservación del monte y de la salud ambiental en general.  El área depende del MGAP, como sucede con el otro monte de ombúes que está ubicado en la ladera sur del cerro Arequita, en el departamento de Lavalleja.  Son bien distintos uno de otro, como los lugares en donde se localizan. Ambos ameritan ser visitados. Entre otras sensaciones, me produce una profunda calma sentarme a su sombra.

Y así, volviendo hacia Canelones, di por terminado este viaje de 10 días, en el que observé paisajes, flora, fauna, compartí con personas diversas, pasé tiempo conmigo mismo y se me generaron muchas preguntas e inquietudes nuevas, que me motivarán a querer salir otra vez a ver el mundo.


Introduce tu correo electrónico para suscribirte a este blog y recibir avisos de nuevas entradas.

5 comentarios en “Bañados y costa de Rocha

  1. Graciela
    martes 6 de septiembre,2016
    Muy pero muy buenas las fotos, vídeos y ni que hablar la narración.
    Como uno se puede perder de la belleza de la naturaleza!!

  2. Yo estuve en esa zona cuando las obras electricas en la cuenca arrocera. Lindo recuerdo de untrabajo en 1993-1994 luego que se habia fundido INLASA.

Los comentarios están cerrados.